Angela Merkel: La física del poder - Reseña crítica - Cristina Mendoza Weber
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Angela Merkel: La física del poder - reseña crítica

Angela Merkel: La física del poder Reseña crítica Comienza tu prueba gratuita
Sociedad y política

Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro: 

Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.

ISBN: 9789587578775

Editorial: Intermedio Editores S.A.S

Reseña crítica

De pequeña, mientras crecía en medio del bosque de la República Democrática Alemana, Angela Merkel no pensaba en convertirse en la primera mujer canciller de Alemania.

Este libro explora sus experiencias de vida más significativas y analiza los aspectos de su carácter que le permitieron escalar en la política germana, hasta entonces protagonizada por hombres.

La infancia de la niña inclusiva

Angela Merkel nació en Hamburgo el 17 de julio de 1954. Tres meses después de su nacimiento, su padre, Horst Kasner, un pastor luterano, decidió trasladar a la familia desde occidente hasta Alemania oriental.

El pastor Kasner estaba motivado por sus ideales, que lo impulsaban a dedicar su vida a evangelizar. Su madre, Herlind, lo siguió por amor y devoción al matrimonio.

Así pasó Angela los dos primeros años de su vida en la localidad de Quitzow, en Brandemburgo, rodeada del bosque y las melodías de la naturaleza que contribuyeron a moldear su carácter.

Cuando ya tenía dos años y medio de edad, la pequeña causaba inquietud en sus padres, porque todavía no sabía caminar. Entonces, al mudarse al municipio Templin, Horst y Herlind dedicaron tiempo y esfuerzo a ejercitar las habilidades motrices de Angela.

El complejo de casas donde habitaban los Kasner recibía el nombre de Waldhof. Al principio funcionaba como un orfanato y estaba a cargo del pastor Horst. Esto cambió en 1958, cuando el dirigente comunista Walter Ulbricht prohibió a la Iglesia participar en la educación de los habitantes de la RDA.

Luego, Waldhof se convirtió en un complejo habitacional para personas con discapacidades físicas y mentales.

Durante 15 años, Angela compartió su espacio y sus actividades cotidianas con estas personas. “Aprendió a moverse entre ellos con naturalidad”.

El ejemplo de sus padres y esta convivencia fueron claves para que la pequeña percibiera la empatía.

Cuando tenía siete años de edad, llegó la noticia de la construcción del Muro de Berlín. Angela lo recuerda como “un momento de tristeza indescriptible y doloroso”. Su primer recuerdo político.

La alumna más obediente y diligente

Antes de empezar la escuela primaria, Angela ya había aprendido a leer y escribir con su mamá.

Pero cuando se preparaba para asistir a su primer día de clases, Herlind le dio una instrucción muy clara: como hija del pastor, debía ser mejor que los demás niños.

Sin quejarse, Angela cumplía con la petición de su madre. Era la mejor estudiante y seguía las indicaciones al pie de la letra. Su objetivo no era destacar, sino más bien pasar desapercibida.

En esa época, su carácter se podía describir como introvertido y melancólico. También tenía una capacidad de concentración formidable, y prefería el silencio. Era una niña curiosa, tratable y prudente.

Angela llegaba a casa con las mejores calificaciones. Y después de que sus padres le permitieron unirse a la organización de Jóvenes Pioneros, esas notas iban acompañadas con medallas de honor por su buena conducta.

Su paso por la secundaria

La asignatura que solía darle problemas a Angela en la secundaria era Educación Física.

Sus biógrafos con frecuencia hacen referencia a una anécdota en particular, ocurrida durante el quinto curso. La joven Kasner debía realizar un salto obligatorio en la piscina olímpica desde el trampolín.

Le tomó casi todo el tiempo de la clase reunir el valor para saltar. Al recordar esta situación, Angela ha aprovechado la oportunidad para explicar cómo funciona la valentía en su caso.

No se considera una persona espontáneamente valiente, sino alguien que necesita reflexionar sobre las consecuencias de llevar a cabo, o no, una acción.

Durante la etapa de su adolescencia, Angela no aprendió a bailar. En las fiestas, solía quedarse de pie a un lado, observando con algo de envidia cómo sus amigos se movían al ritmo de la música.

“En las fiestas me entristecía el hecho de no poder entrar en la música y dejarme llevar por ella… Eso me parecía lo máximo, precisamente porque es algo que todos los jóvenes pueden hacer y a mí nunca se me dio”, confesó Angela ya de adulta.

Un brote de rebeldía

A punto de culminar el bachillerato, Angela protagonizó una sorpresiva insurrección junto a sus compañeros de clases.

En 1973, ese grupo de estudiantes estaba a cargo de organizar el evento cultural de antes de los exámenes finales. Los jóvenes decidieron aprovechar la oportunidad para vengarse de su tutor, Charly Horn, por no dedicarles el tiempo suficiente de preparación para las evaluaciones.

La idea original era solo negarse a realizar el proyecto. Pero cuando el rector del colegio amenazó con suspenderlos antes de los exámenes finales, los padres de Angela intervinieron para convencer a los jóvenes de que su plan tendría consecuencias catastróficas.

Entonces, los cabecillas del levantamiento, entre los que se encontraba Angela, decidieron realizar el evento, pero con algunos cambios mucho más problemáticos.

Entre otras acciones, se atrevieron a recitar un poema que renegaba del Muro, además de entonar el himno "La Internacional Socialista" en inglés.

Cuando el pastor Kasner se dio cuenta de que la expulsión era un hecho, abogó por que se investigara mejor el motivo de las acciones de unos estudiantes de conducta intachable.

Por su parte, los jóvenes permanecieron juntos y se negaron a delatar a los líderes de la insurrección.

Finalmente, el grupo solo recibió una amonestación y todos se graduaron sin mayores problemas. Mientras tanto, su tutor fue degradado y trasladado a otro colegio. Hasta el día de hoy, le guarda rencor a Angela y rechaza cualquier pregunta sobre ella.

El incidente que la llevó a Berlín

Para el año 1973, la recién graduada Angela Kasner eligió Leipzig como su nuevo destino. Se matriculó para estudiar Física en la Universidad Karl Marx.

No tenía vocación para dedicarse a las Ciencias Naturales. Hizo esa elección porque resultaba conveniente, ya que lo que más importaba eran las notas altas.

Sobre esa decisión, Angela ha comentado: “Era un mundo nuevo que valía la pena explorar”.

Los primeros meses de su estadía en Leipzig fueron bastante solitarios. Hasta que conoció a Ulrich Merkel, un estudiante que se convertiría en su primer esposo tres años más tarde, y de quien adoptaría el apellido de reconocimiento internacional.

Ambos tenían personalidades y gustos parecidos. Ayudándose mutuamente, consiguieron socializar más con otras personas fuera de los salones de clases.

Angela se mantuvo alejada de la pista de baile, pero aprovechó las fiestas para aprender a preparar y servir cócteles.

Ya casados y graduados de la universidad, decidieron trasladarse para buscar trabajo en la ciudad de Ilmenau, en Turingia.

Sin embargo, durante la primera entrevista de trabajo de Angela, un funcionario del Partido Socialista Unificado de Alemania la tomó desprevenida y le hizo saber que informantes no oficiales de la STASI la habían estado vigilando a lo largo de su vida.

No hacía falta que ella contara nada durante la entrevista, porque el funcionario ya conocía detalles íntimos sobre la joven.

Justo después de finalizar el encuentro, Angela fue abordada por dos hombres de la STASI, que sin titubeos intentaron reclutarla para trabajar como informante.

De inmediato, Merkel puso en práctica el consejo de sus padres. Se negó, excusándose en su timidez y su falta de habilidad para guardar secretos.

Si bien los funcionarios se marcharon sin decir nada más, la joven mujer sabía que sus posibilidades de encontrar un trabajo eran demasiado bajas. Por esta razón, después de hablar con su esposo, optaron por probar suerte en Berlín.

De la ciencia a la política

Los Merkel encontraron trabajo en Berlín. Angela en la Academia de las Ciencias de la RDA, y Ulrich como profesor en la Universidad Humboldt. Pasaron a formar parte de la élite científica de Alemania oriental.

No obstante, ese estilo de vida monótono resultaba demasiado aburrido y solitario para Angela. Intentó contrarrestarlo participando en eventos culturales y de entretenimiento.

Este avance le produjo gran satisfacción, al mismo tiempo que se daba cuenta de que su matrimonio no funcionaba más. Entonces, en 1981 hizo sus maletas e informó a su esposo que se iba.

Ulrich compartió en una entrevista mucho tiempo después que, además de la lavadora, su exesposa también se quedó con su apellido.

Angela Merkel ya ha aclarado que no participó en ningún movimiento activista para la caída del Muro. Sin embargo, fue a raíz de este acontecimiento que la joven científica decidió cambiar radicalmente de carrera, e incursionó en la política.

Comenzó como auxiliar en un modesto partido nuevo de Alemania oriental. Durante ese tiempo, tuvo la oportunidad de impresionar a personas importantes que después la ayudarían en su carrera política, como Hans-Christian Maaß, miembro del Partido Unión Social Cristiana. Y a través de él, al canciller de ese entonces, Helmut Kohl.

Luego de la reunificación de Alemania, Merkel se ganó un puesto en el Parlamento como parte del partido de Kohl: la Unión Cristiano Demócrata, o CDU.

Con tan solo 36 años de edad, fue escogida por el canciller como ministra para Asuntos de la Mujer y de la Juventud. Entre otras cualidades, Kohl opinaba que la joven mujer “aprendía con rapidez y trabajaba con precisión”.

Aun con todo ese apoyo, este período de su vida fue bastante agrio. No era bien recibida por la clase política occidental, quienes solían burlarse de su poca experiencia y de su corte de cabello.

Merkel perseveró para superar los desafíos de su trabajo, además de demostrarles a los colegisladores que tenía coraje, talento y habilidad para salirse con la suya.

Domadora de crisis

Cuando Helmut Kohl, padrino político de Angela, fue acusado de recibir en secreto donaciones millonarias para su partido, contra todo pronóstico, ella fue la primera en romper de forma pública y directa con el excanciller.

Ese acto de independencia le valió el apoyo de una buena parte de los medios alemanes y de la juventud conservadora. Para el año 2000, se convirtió en la primera mujer en presidir la CDU.

Cinco años más tarde, pasó a ser la primera mujer canciller de Alemania, con un apoyo del 64% dentro del Bundestag.

Como gobernante, la personalidad de Merkel le ha permitido analizar y adaptarse con rapidez a cualquier ambiente cada vez que entra en una reunión o discusión.

Varios de sus biógrafos la entienden como una alumna aplicada, a la que le gusta consultar y escuchar a los expertos de cada sector. Acto seguido, verifica esa información y determina qué puede resultar útil para aplicar en sus decisiones de gobierno.

En 2008, ese fue el método que utilizó para trazar un plan de respuesta ante la crisis financiera. Merkel entendía que calmar a los ahorristas y consumidores debía ser una prioridad.

Por esta razón, en una alocución televisiva dio su palabra a los 82 millones de alemanes de que su gobierno estaba listo para hacer frente a la crisis. Este simple movimiento arriesgado se convirtió en un conjuro tranquilizador contra el miedo.

Política metódica y creyente compasiva

Después de ser reelegida para su tercer mandato, la crisis de inmigrantes que llegaban a Europa huyendo de las guerras en sus países marcó un punto de inflexión en las políticas de Angela y su dominio del poder.

Por ejemplo, durante un diálogo con estudiantes en 2015, Merkel explicaba que Alemania no podía recibir más refugiados. Pero su discurso se vio interrumpido cuando una niña inmigrante, que esperaba ser deportada, no pudo contenerse y rompió en llanto.

La canciller no fue capaz de consolarla. Y dentro de ella ya se despertaba una fibra sensible y humanitaria, contraria a su actuar prudente y riguroso.

Al principio, Merkel tuvo el apoyo de otras figuras importantes de Europa, como el canciller de Austria, Werner Faymann, con quien tomó la decisión de dejar llegar a los refugiados hasta Alemania y ofrecerles un hogar.

Pero mientras más inmigrantes llegaban, más difícil resultaba mantener la solidaridad de los ciudadanos alemanes.

Luego del ataque terrorista de 2016 en un mercado navideño, la división entre la población era más evidente.

Angela Merkel se jugó todo su poder político para brindar ayuda a los refugiados. En consecuencia, logró ser elegida para un cuarto mandato con el puntaje más bajo para su partido desde 1953.

En 2018, cedió la presidencia de la CDU y anunció que no sería candidata para un quinto período como canciller. “Es hora de abrir un nuevo capítulo”, explicó a su país al dar el anuncio.

Notas finales

Angela Merkel, una de las mujeres más influyentes del mundo, creció en la República Democrática Alemana bajo la vigilancia constante de un régimen autoritario.

Su carácter fue moldeado por la vocación de servicio de sus padres, un pastor luterano y una profesora de inglés que no podía ejercer su profesión. Desde pequeña, se convirtió en una alumna responsable y dedicada que prefería la naturaleza y el silencio.

Al ser testigo del gran cambio que significaba la reunificación de Alemania, decidió incursionar en la política y ser un enlace para facilitar la transición.

Enfrentó obstáculos personales y ajenos, valiéndose de importantes habilidades que desarrolló mientras estudiaba Física.

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Analista política y periodista colombiana con destacada experiencia en prensa escrita. En 2011, consiguió... (Lea mas)

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